Bases para la paz

La guerra es siempre vivida por los pueblos de la misma manera. Muertos, sufrimientos, privaciones, destrucción, pérdidas y dolor, mucho dolor. A pesar de que la guerra es casi una constante en la vida de los pueblos, nunca están preparados para sus contingencias. Es de resaltar que la guerra ha sido casi siempre injusta, adelantada para el reparto de los mercados, que en las últimas décadas del siglo 20 y comienzos del 21 ha sido una guerra de expoliación de todas las riquezas naturales de los países y los pueblos.

Allende La Paz, NotiColombia Press


Lógicamente que los soldados y los pueblos viven la guerra de diferente manera, más si la guerra es una guerra justa o injusta. Las guerras adelantadas contra los pueblos son guerras injustas y por su carácter producen más sufrimientos al pueblo agredido y también al pueblo agresor. La justeza de una guerra tiene el carácter de liberación y por ello los sufrimientos causados son tomados y evaluados como una necesidad de un pueblo para liberarse de, por ejemplo, un sátrapa dictador o por su liberación nacional.

La paz no es lo contrario de guerra, es muchísimo más que no haber conflicto bélico. Un país puede no estar en guerra, mas sin embargo no alcanzar la paz. Por ello, los pueblos tienen que estar preparados para adelantar las acciones necesarias para alcanzar la paz allí donde no haya guerra. El trabajo es mucho más ingente cuando hay guerra, lógicamente. La paz para ser paz tiene que ser integral, que vea al ser humano como un todo y como parte, desde el principio hasta el final de su vida.

En este orden de ideas, señalemos que las desigualdades sociales, el hambre, la desnutrición, la exclusión política y social, la falta de educación, la falta de vivienda, las carencias de todo tipo hacen imposible que esté en paz un país que no está en guerra. Entonces llegamos a nuestra primera conclusión: Vivir en paz no es igual a ausencia de guerra, paz es mucho más que eso.

Es más, los enemigos de la paz son los detentadores del poder en el mundo y son ellos los favorecidos con la guerra, la cual les representa pingües ganancias y beneficios, y a los pueblos sólo les deja miseria. Miseria material y miseria espiritual.

Necesitamos desarrollar acciones para parar no sólo la guerra en los países en dónde la hay, sino también para parar las otras guerras. No es casual que en el léxico mundial el abordaje de los problemas de la humanidad se haga desde el punto de vista militar. ”Guerra a las drogas”, ”guerra al terrorismo”, ”guerra al SIDA/VIH”, ”guerra a la malaria”, ”guerra a la gripe porcina”, ”guerra al tabaco”, etc, etc,,.

Además tenemos que develar, clarificar ante los pueblos, que el poder imperial y sus lacayos locales desarrollan ”otras guerras”. Es nada pacífico arrancarle la vida a niños porque el estado no garantiza la salud, el agua potable, condiciones mínimas de vivienda, adecuados servicios públicos, etc. Es una acción de guerra despedir a un trabajador porque la crisis financiera ”exige” disminuir la planta de personal para producir igual a fin de mantener las ganancias del ”patrón”. Es una acción de guerra la muerte de los niños en el mundo por falta de alimentos.

Igualmente es una acción execrable de guerra el gastar más de 30 millones de dólares diarios en la guerra, mientras se mueren 20 mil niños al año por ingerir agua no potable, que no se potabiliza porque el estado no tiene dinero para este rubro porque se tiene que financiar la guerra. O se cierran hospitales bajo el eufemismo de que no son ”rentables”, pero si es rentable la guerra?

Los casos de Colombia y Venezuela son los dos lados de la misma moneda. Bolivarianos ambos, sus pueblos viven la guerra y la paz. En Colombia por cuenta del imperio estadounidense y una narco-para-oligarquía cipaya se vive una guerra cruda, dolorosa, que deja muertos de parte y parte y corren ríos de sangre.

En Venezuela se vive la paz desde el momento en que el comandante Hugo Rafael Chávez Frías accedió al gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, y comenzó a sembrar el petróleo para solucionar los problemas durante años largamente insatisfechos por unas oligarquías cipayas que permitían la expoliación de este recurso natural, y hoy corren ríos de petróleo llevando la paz a su pueblo, nutriéndolo, educándolo, dándoles otra vida.

Los puntos de vista de los dos pueblos son contradictorios pero al tiempo complementarios. Es necesario parar la guerra en Colombia porque sino la guerra en Colombia arrastrará consigo a los países fronterizos y destruirá su paz, por incompleta que sea. Igualmente es necesario fortalecer y desarrollar la paz porque en un ambiente hostil para su desarrollo, los guerreristas ven sus maniobras condenadas por los pueblos y tendrán que pisar con piés de plomo.

Indefectiblemente que es imprescindible el concurso de los pueblos. Concurso movilizador y movilizante. Que los pueblos venezolanos, ecuatorianos, brasileros, peruanos, panameños, colombiano y demás pueblos del orbe aborden sus problemas, les busquen soluciones, al tiempo que abordan el problema de la guerra en Colombia, que identifiquen sus dos partes, sus planteamientos y decisiones, la participación extranjera, etc, etc, y adelanten las acciones pertinentes para acabarla.

Evidentemente que en todas esas acciones se va profundizando la hermandad natural de los pueblos, la única garantía para comenzar la salvación del mundo. Allí juegan entonces un papel dinamizador e integrador de los pueblos las bases para la paz, verdaderos centros de formación del ser humano para avanzar en la construcción del hombre nuevo que requiere el socialismo de nuestro siglo.

Bases que nos enseñarán a luchar por la verdadera paz y en danza de los pueblos del mundo vivir la paz como un todo, con todas sus satisfaciones y con el desarrollo integral del ser humano. Vivir en paz es colocar en el centro de la vida la vida del ser humano.

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