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El miedo a la Paz

Allende La Paz, NotiColombia Press

Si algo ha sido evidente en los últimos tiempos es que el régimen narco-paramilitar colombiano ha conseguido que la mayoría de los ”líderes” políticos del país le tengan miedo a plantear la imprescindible necesidad de la paz.

Salvo las voces valientes de COLOMBIANAS Y COLOMBIANOS POR LA PAZ y de uno que otro por ahí, el coro ensordecedor de las ”vuvuzuelas” de los guerreristas ha apagado muchas voces. Esta tendencia ha sido desarrollada por los llamados ”sicarios morales” del régimen narco-paramilitar de Uribhitler que la emprenden contra todo aquel que se atreva a hablar en nombre de la paz o de las víctimas del Terrorismo de Estado de la Doctrina de Seguridad Nacional. O queda aplanchado o le dan balín, y punto!

La posición diáfana, valerosa, de Iván Cepeda se inscribe en la lucha que tenemos que desarrollar los colombianos de bien para alcanzar la paz. Un individuo incapaz, despersonalizado, encuentra en el régimen narco-paramilitar su única oportunidad para enriquecerse y lo ha hecho. Para ello se convirtió en ”Sicario Moral” -no sabemos si físico también-, y tiene como función atacar todo aquello que demuestre la catástrofe humanitaria que soporta el pueblo colombiano por cuenta de la mafia empotrada en la Casa de Nari.

Mas por el contrario a lo que sucede a ”lo interno”, diversos miembros de la sociedad civil colombiana han encontrado oídos receptivos en la comunidad internacional que se escandalizan con las constantes y persisitentes violaciones de derechos humanos que suceden en Colombia por cuenta de los agentes legales o ilegales del estado.

Las ejecuciones -llamadas extrajudiciales o ”falsos positivos”-, las desapariciones (más de 40.000 víctimas), las masacres que son pan de cada día -como la ocurrida en Medellín- pero ladinamente escondidas por la gran prensa burguesa; y el desplazamiento forzoso interno y externo; comienzan a ser evaludas y la justicia internacional entra a operar con el genocidio de la UP al condenar al estado colombiano por el asesinato del último senador de ésta colectividad, Manuel Cepeda Vargas.

No podemos permitir que sigan ocurriendo las violaciones de derechos humanos y que la comunidad internacional no haga nada al respecto. Entendemos que los países tienen intereses y no amigos y por ello su posición farisaica ante los mandatarios de turno que siguen aplicando el Terrorismo de Estado y los planes militares como el Plan Colombia recetado desde los centros de poder imperiales; pero es impensable que los pueblos no se movilicen en el acompanamiento de las denuncias de tan dramático estado de cosas. De hecho éste acompañamiento se da pero debemos redoblar esfuerzos en la denuncia y en la movilización.

Es necesario que los colombianos entiendan que el presidente es presidente de todos los colombianos y a todos ellos se debe sin importar si votó o no por él, y por tanto debe responder a los deseos y necesidades de los colombianos y no a sus propios deseos porque nadie le ha dado el país en ”encomienda” o ”concesión”. Y esto hay que hacérselo entender a quien esté sentado en el sillón presidencial. Hay que hacerle entender que ellos no son ”reyezuelos” sino apenas unos administradores o capataces de la cosa pública y que su dueño es precisamente el pueblo.

La primera obligación de un presidente es salvaguardar la vida, la honra y los bienes de los colombianos y ésta obligación constitucional debe ser exigida con toda la fuerza que nos da la ley, así sea la ley burguesa. Si el presidente adelanta el Terrorismo de Estado o lo permite, debe ser denunciado ante las instancias de justicia internacional como responable de delitos de Lesa Humanidad, por acción o por omisión.

Al nuevo-viejo presidente, Juan Manuel ”La Hiena” Santos, se le debe exigir esto y colocarlo ante la disyuntiva: O cumple la ley o seguirá siendo juzgado por tribunales de justícia como lo está siendo por los tribunales de justicia de Ecuador por la violación de la soberanía nacional de ese país y por su crimen de lesa humanidad, cometidas contra 26 personas.

El pueblo colombiano no debe temer a la paz y, por el contrario, si no lucha por ella vivirá por siempre encadenado al miedo. Adelante que en éstos 200 años de la primera Independencia aún nos toca seguir luchando por la segunda y definitiva independendencia

06 julio 2010

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