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La Guerra permanente en Colombia. Ni un instante de paz. De Marquetalia al Plan Colombia.


Tuesday, 24 de June de 2008
Colombia es un país que siempre, desde la primera independencia hasta ahora, ha estado en guerra. Guerras adelantadas por los sectores pudientes, ahora llamados los ‘ricos’, es decir, la oligarquía, acolitados por el imperio estadounidense, pero que mienten sobre la ‘democracia’ y sus reales intereses al realizar las guerras.



Por Allende La Paz , ANNCOL


En el siglo XIX debemos recordar la Guerra de la Patria Boba; la Guerra Civil de 1831; la Guerra de los Supremos o de los Conventos 1840; la Guerra Civil de 1851; la Guerra Civil de 1854. La Guerra contra Melo; la Guerra Civil de 1860 – 1862; la Guerra Civil de 1876-1877; la Guerra Civil de 1885; la Guerra Civil de 1895; la Guerra de los Mil Días.

Nueve guerras entre sectores de los ‘ricos’, llámense federalistas, centralistas, liberales o conservadores, que para los efectos son los mismos. Son esos sectores los que adelantan la guerra, lo que un investigador colombiano llama los ‘hacedores de la guerra’, y a ella llevan a los sectores populares como carne de cañón. Es de señalar que en la Guerra de los Mil Días es notoria la presencia de niños combatientes, a ojos vistas de los ricos liberales y conservadores que adelantaron la guerra, lo cual no era ‘mal visto’ por los sectores en el poder y quienes se lo disputaban.

Colombia inició el Siglo XX en medio de la Guerra de los Mil Días, que duró entre 1899 y 1902. Esta guerra, que se puede enmarcar dentro de las demás guerras civiles del siglo XIX colombiano se agravó cuando la dirigencia liberal ordenó a sus casi vencidos ejércitos no rendirse y refugiarse en la guerra de guerrillas, según nos dice Wikipedia.

Lo cual demuestra que los sectores oligárquicos recurren a la ‘guerra de guerrillas’ cuando las condiciones así lo ameritan, al igual que en la guerra utiliza todas las fuerzas disponibles, incluso niños, si es necesario o imprescindible. Sin embargo, hoy cuando es el pueblo el que desarrolla la guerra de guerrillas, entonces es un ‘pecado capital’ que viola todo su ‘ordenamiento jurídico internacional’ que siempre ha sido elaborado por los ‘vencedores’ y nunca por los vencidos de una confrontación.

Es más, todo el ordenamiento jurídico ha sido elaborado después de adelantadas las guerras y cometidas todas las atrocidades que en ella cometen las fuerzas militares, o sea, primero cometen las atrocidades –bombas atómicas, NAPALM, agente naranja, bombas inteligentes, bombas racimo, minas antipersonales, masacres, desapariciones, asesinatos selectivos, etc, etc.- y después, a posteriori, viene la legislación internacional, la cual sirve para regular un poco los subsiguientes conflictos, pero cuando necesitan volver a cometer las mismas o peores atrocidades vuelven y violan el mismo ordenamiento jurídico que ellos elaboraron. Ello nos hace recordar aquella máxima de Bertolt Bretch: “Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países”.

Así igualmente los sectores poderosos de Colombia han recurrido en ‘hacer la guerra’ para defender sus intereses mezquinos y para ello ha sido capaz de vender su alma al Diablo. Y en la justificación de su egoísta proceder están las ‘amenazas’ o los ‘males’ que como dice Ken Knabb en ‘el placer de la revolución’, “Si la gente se repliega invariablemente en los males menores, todo lo que los gobernantes tienen que hacer en cualquier situación en que su poder se vea amenazado es conjurarlo con la amenaza de algún mal mayor”.

De Marquetalia al Plan Colombia

Aún cuando se ha escrito mucho sobre Marquetalia es poco lo que algunos pueblos recuerdan de la épica de Manuel Marulanda, a pesar de los miles de miles de cuartillas emborronadas por los llamados ‘violentólogos’. En nuestro rescate viene un libro del escritor y periodista colombiano Hernando Calvo Ospina, ‘Colombia, Laboratorio de embrujos. Democracia y Terrorismo de Estado’, que nos lleva con su prosa magnífica y amena por los caminos de la historia colombiana. Unos caminos llenos de sangre inocente.

Los antecedentes del ataque a Marquetalia están claramente descritos en dicho libro, que vienen desde mucho antes del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y se remontan a la masacre de las bananeras y la “Ley Heroica”, que obligó a algunos trabajadores de las plantaciones ante el asesinato a mansalva de los obreros a conformar una “especie de guerrilla y quemaron plantaciones, sabotearon el servicio telegráfico y cortaron las carrileras de la empresa. La zona estuvo militarizada casi un año” (pág 39), y reseña clarividentemente las palabras de J. E, Gaitán: “Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene para los colombianos la metralla homicida, y una temblorosa rodilla en tierra ante el oro americano”.

Es de resaltar que entre esos antecedentes estuvo naturalmente el asesinato de Gaitán, la guerra fría, la llamada ‘Violencia’ y el azuzamiento de la guerra por parte de la iglesia católica, las guerrillas de los llanos y su posterior traición por la cúpula del partido liberal, las bandas paramilitares y los ‘pájaros’, el general Rojas Pinilla y su deposición por las cúpulas liberal y conservadora unidas, y posteriormente el asesinato de los guerrilleros que se acogieron a la propuesta de paz engañosa de Rojas y la formación de bandas de ‘bandoleros’, y como figura cimera de la exclusión de los pobres del poder, el Frente Nacional (pacto entre los partidos liberal y conservador para repartirse cada 4 años el poder, con burocracia repartida milimétricamente).

Los cimientos del ‘enemigo interno’ en Colombia se encuentran en la ‘Ley Heroica’, promulgada en octubre de 1928, la cual tenía una definición claramente antipopular, de persecución de la protesta social y las ‘ideas socialistas’, todo con el apoyo de la iglesia católica confesional y reaccionaria. Cuando en 1962 llega el general gringo William Yarbourough con sus ‘recomendaciones’ ya los militares y policías colombianos tenían adelantado y recorrido un largo trayecto aplicando el más rastrero anticomunismo y tras de él la mayor antidemocracia disfrazada de ‘democracia’ que continúa con la aplicación de las recomendaciones de Kennedy de su Alianza para el Progreso y la Acción Cívico Militar (ACM).

La ACM fue inscrita en el Plan LASO (Latin American Security Operation), junto con las operaciones psicológicas, Plan dirigido desde el Comando Sur, y en ese mismo 1962 viajan a Colombia a perfeccionar este macabro Plan, con la selección por parte de USAmérica de “personal civil y militar colombiano para entrenarlos clandestinamente en operaciones de resistencia…” para la lucha antisubversiva.

Se inicia en mayo de 1964 la Operación Marquetalia, a pesar que el general Álvaro Ruiz Novoa dijo pocos días antes en la asamblea de la SAC (Sociedad de Agricultores de Colombia): “En Colombia existe un estadio de injusticia en la posesión de la tierra y esta situación es la responsable de la pobreza y el atraso del país…”. Demostrando en la práctica que una cosa es el discurso y otra los hechos.

La Operación Marquetalia fue previamente ‘cocinada’ a través de la prensa oligárquica, especialmente el diario El Tiempo, y el apoyo de la iglesia católica, para justificar la agresión contra 48 campesinos (46 hombres y 2 mujeres!), la cual contó con la total participación militar de los Estados Unidos con utilización de bombas NAPALM y guerra bacteriológica con utilización de la ‘peste negra’, 16 mil soldados y la aviación. Me pregunto: ¿Cuánto costó la Operación Marquetalia?

Inicia la Operación Marquetalia los reveses políticos y militares para los militares y para la ‘clase política’ oligárquica colombiana toda vez que en ocasiones anteriores, en toda la historia colombiana, el pueblo siempre resultaba masacrado y perdedor en las luchas emprendidas por una Colombia mejor, en paz y con justicia social ya que era engañado y manipulado por las oligarquías liberal y conservadora. Desde ese momento, si bien el régimen atacaba y asesinaba las masas populares, recibía por parte de la insurgencia armada golpes que encajaba no muy bien y lo obligaban a decir la famosa frase que hemos escuchado de todos los presidentes a partir del conservador Guillermo León Valencia.

El presidente Guillermo León Valencia inicia un amplio rosario de presidentes repitiendo, como una letanía, sus deseos oníricos: “Mucho antes de que termine mi gobierno el país estará totalmente pacificado. Esta es una decisión que no vamos a quebrantar por ningún motivo”, magistralmente reseñada por Hernando Calvo, al igual que los esfuerzos de los militares: “La Operación Marquetalia fue una acción, auténtica, planeada, diseñada con mucha anticipación […]” pero “al poco tiempo y en vista de las tremendas dificultades del terreno fue creciendo y creciendo el número de bajas del ejército” (pág. 97), esfuerzos que comenzaron a chocar con la organización popular en armas.

Según nos consigna Hernando Calvo en su libro “la principal prueba del desastre político y militar del gobierno y su ejército fue la realización de una Asamblea General de Guerrilleros, justamente en el día oficial de celebración de la Independencia, el 20 de julio de 1964”. Pero el nacimiento de las FARC como tales fue “el 27 de mayo de 1964, en el combate de La Suiza, [en donde] surgen las FARC como respuesta a la violencia del Estado. El 27 se produjo el primer combate, en un sitio llamado La Suiza, a mano derecha de Gaitania, un poco más abajo del filo de los Socorreños, sobre la margen que seguía el camino de los indígenas y al otro lado, estaban los colonos de Marquetalia. El ejército se desplegó aplicando nuevas técnicas para tomar el filo arriba de La Suiza, filo de donde dirigieron cuidadosamente el avance. En ese combate se recogieron los tres primeros fusiles...”, diría años después Manuel Marulanda.

En ese nacimiento de fuego y muerte, son las tres primeras bajas que les provoca un contingente de campesinos revolucionarios a las experimentadas tropas del régimen colombiano, entrenadas por militares de Estados Unidos y fogueadas en la guerra de Corea. Militares expertos en el arte de la guerra son vencidos por campesinos cuyo arte es la siembra de la tierra, y así han seguido hasta hoy día. Militares expertos en el oficio de matar -y a eso van-, resultan muertos por campesinos que defienden sus vidas. Unos luchan por sembrar la muerte, mientras los otros por sembrar la vida. Y la lucha será sin contemplaciones, sin cuartel, sin descanso. Es la lucha de lo viejo contra lo nuevo. Es una lucha de clases sin tregua.

Nacían las FARC y así como no hace mucho tiempo la organización armada informaba de la realización de su 9ª Conferencia Nacional de Guerrilleros, ésta y aquella fueron realizadas en plenas operaciones militares y sin el conocimiento del enemigo. La realización de estas conferencias guerrilleras marcan un hito histórico y demuestran palpablemente que la organización guerrillera de las FARC continúa adelante con sus planes político-militares. En la primera eran problemas organizacionales de supervivencia como guerrillas los que apremiaban, en su 9ª Conferencia Nacional son de otro tenor las urgencias guerrilleras, pero siempre entre una y otra, por paradójico que parezca, está palpable la propuesta de las FARC de la solución política al conflicto social y armado que sufre Colombia por cuenta de la oligarquía parásita y por el imperio estadounidense, quien mantiene su injerencia nefasta en nuestro país.

Porque siempre desde su nacimiento las FARC han buscado una vía diferente a la armada para dirimir las diferencias entre los colombianos. Pero siempre ha encontrado la agresión y el asesinato a mansalva. Ante sus deseos de paz encuentra la insania de la guerra desatadas por la oligarquía y el imperio yanki.

Han pasado 17 períodos presidenciales. Han pasado incontables cúpulas de las fuerzas militares colombianas. Todos han soñado con ‘acabar con las FARC’. Todos han estado, según su particular modo de ver la realidad, en “el principio del fin de las FARC”, mas todos pasan, todos terminan sus períodos, algunos mueren, y las FARC están ahí, vencedoras, revolucionarias, diciéndole al mundo que es imprescindible la solución política al conflicto social y armado, que necesitan su concurso.

Planes vienen, planes van. Y en la base de esos planes la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN), encayada contra el deseo y querer de los colombianos. DSN que es la línea conductora de la injerencia militar de Estados Unidos. Guillermo León Valencia tuvo su Plan LASO, Julio César Turbay Ayala tuvo su Estatuto de Seguridad, César Gaviria Trujillo tuvo su Plan de Guerra Integral, Andrés Pastrana su Plan Colombia, Álvaro Uribe Vélez (2 períodos), su Plan Patriota y Plan Consolidación –con ‘seguridad democrática’-, continuidad del Plan Colombia.

Cada presidente inicia su cuatrienio con una sentencia: “Es el Plan más ambicioso de toda la historia de Colombia para combatir la subversión”. Y siempre con esta frase reveladora muestran quién es el director de orquesta que está detrás: “Nunca antes Estados Unidos se había metido de manera tan directa en la guerra contrainsurgente en el país”. Y a cada presidente las FARC les ha lanzado su propuesta de diálogos para una solución política al conflicto social y armado colombiano. Ninguno de ellos ha querido realmente la paz. Sólo la guerra. Una guerra permanente. Y nuestro pueblo ha demostrado que no lo arredran las dificultades.

En diferentes artículos en el pasado hemos abordado el Plan Colombia. Artículos que hemos recopilado en un libro virtual publicado por ANNCOL, Argenpress y la Agencia Bolivariana de Prensa. En ese libro, de acceso y descargue gratuito, está todo lo concerniente al Plan Colombia, que lógicamente seguirá siendo objeto de tratamiento en futuros análisis. Quiero recordarles solamente a los lectores que en los 44 años de planes militares pro-gringos, es muchísima la sangre inocente derramada y muchísimo el dolor causado. La lucha de las FARC que ha enfrentado estos planes es altamente valorada por los revolucionarios de Colombia y el mundo. Y desde la civilidad seguimos desarrollando la combinación de todas las formas de lucha de masas que la realidad ha evidenciado es la táctica adecuada y correcta a aplicar según la realidad colombiana. “Lucha de masas. Resistencia de masas. Y nada de aventuras”.

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